ColumnaDe Adriana Derosa
Cultura
TEMPORADA TEATRAL
Off
15.02.2009 Género que abarca toda una serie de trabajos que están fuera del circuito comercial, y recibe este nombre ambicioso. Están “fuera de”, aunque no alcanza con esa precisión. Las obras off tienen un rubro propio en la entrega de Premios Estrella de Mar que me despierta curiosidad.
Y los premiados con la Estrella en otros rubros que no son éste, ¿pertenecen al circuito de teatro comercial? No necesariamente. El rubro existe porque, según dicen algunos, no se puede comparar un espectáculo off con otro que pertenece al medio comercial. Dicen ellos que “porque no”. Yo creo que no se trata simplemente de que estén hechos con diferentes cantidades de dinero, lo cual sería prácticamente un premio consolación al pobre. La verdad es que el teatro off habla de otras cosas con otros leguajes. A veces para bien.El teatro off tiene códigos. En general nos encontramos con un puñado de artistas -autor, director, actor- que han puesto en primer lugar las necesidades expresivas, lo que hay para decir. Nada se dulcifica o se acomoda para que al público le guste más, para que suene mejor o cause gracia. El teatro off es en general provocador porque no tiene el propósito de confirmarle al público las cosas que ya sabe ni que salga más contento, sino señalarle otras que no están a la vista. El espectador del off tiene una función activa: debe completar junto con los creadores el proceso de significación de la obra, porque no se le entrega un todo resuelto y simplificado. Debe trabajar de público para cumplir el rol de estar de este lado del eje simétrico de fuerzas: el espectador produce significados, no escucha simplemente una historia. La historia, por esa razón, suele estar fragmentada, con un eje temporal tan caótico como las ideas humanas, y una utilización del espacio tan virtual como es el lugar en la psiquis humana. Quise ver trabajos que habían recibido nominaciones en teatro off durante la temporada anterior. En la Alianza Francesa se presentan “Esa que no eres”, con Valeria Tercia y Lucía Urriaga; y “Boceto para teatro”, con César Riveros y Facundo Cardosi. La primera fue compuesta por Mauro Molina sobre textos de Alejandra Pizarnik, y se desarrolla en un ambiente aparentemente rural, lo cual es en realidad un “fuera de espacio”, fuera de lo que está funcionando, en medio de un frío que detiene el tiempo y la esperanza. Dos mujeres, que son una o más, recrean su historia, que pueden ser varias: puede ser la historia de cada una o de toda la familia, por instantes, por mordiscos de la realidad que desgarran lo que hay, como los perros que se oyen a lo lejos, como se desgarra un vestido blanco sin esperanza, que ya no vestirá jamás nadie. Las dos mujeres llevan adelante una historia de dolor enmudecedor que no es más que una cronología de las prohibiciones que terminan por sellar como un sepulcro cualquier salida de la vida misma. La historia de la falta, lo que la mujer no es.“Boceto para teatro” es un clásico de Samuel Beckett, para quien el absurdo de la vida llegó a extremos impredecibles. Los personajes son dos hombres pendientes de sus carencias- uno ciego, otro lisiado-, de su imposibilidad permanente de salir al mundo, y de las chances que tiene el otro de ser el proveedor, si no de una salida, al menos de un punto de apoyo para pasar el tiempo, gran tema del irlandés. No pude evitarlo: poniendo juntas dos obras de génesis distintas, las mujeres se prohíben y los hombres se proveen hasta la muerte, hasta la demolición. Cada uno habla entonces de lo que le sucede al género, y es lo más off en un mundo que es tan in.
Fuente: http://www.noticiasyprotagonistas.com/columnas/adriana-derosa/20227-off/
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